¿Cómo cuidarnos?

Ante la necesidad de cuidar el medioambiente, muchos eligen sumarse a la tendencia del compostaje urbano y del reciclaje.

Aprendé a recuperar la basura

Ante la necesidad de cuidar el medioambiente, muchos eligen sumarse a la tendencia del compostaje urbano y del reciclaje.

Hace poco tiempo atrás se empezó a tomar conciencia acerca de la cantidad de desperdicios que se generan a nivel mundial, y los gobiernos comenzaron a llevar adelante campañas de concientización y políticas públicas para que ese número sea cada vez menor. También las personas, de manera individual, entendieron esta necesidad y fue así cómo, poco a poco, la basura dejó de ser aquello que se desecha y no se quiere volver a ver para convertirse en una fuente de recursos, no sin antes comprender qué se tira cuando se tira algo.

 

Acerca de la separación de residuos

A diferencia de los desechos inorgánicos (vidrios, pilas, latas y aluminio, entre otros) −que, por sus características químicas, sufren una descomposición natural muy lenta y que para su posible reciclaje requieren de procesos mecánicos−, los orgánicos son biodegradables, lo que significa que se descomponen naturalmente. Restos de comida, yerba, filtros de café, sobres de infusiones, tapones de corcho, cáscaras de huevo, papel de cocina y servilletas de papel son algunos de los elementos que, de ser clasificados, pueden reutilizarse.

En Argentina, de acuerdo con los datos aportados por la Dirección Nacional de Gestión Integral de Residuos (DNGIR), el promedio diario de desechos por habitante es de 1,03 kilos, equivalente a casi 45.000 toneladas diarias para el total de la población (una tonelada cada dos segundos) y alrededor de 16,5 millones cada año.  A su vez, en el estudio Mapas Críticos de Gestión de Residuos, realizado en 2016 por la DNGIR, se observa que un 37 por ciento  de los departamentos provinciales cuentan con algún sistema de separación, entre los que se destacan los de las provincias de la región Centro. Formosa es la única que no lo implementó y Corrientes es la que le sigue, con el 4 por ciento.

Según informa en su página Web el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en CABA, aproximadamente el 40 por ciento de los residuos domiciliarios son orgánicos, casi la mitad de la basura que se genera. A su vez, señala que “cuando los restos orgánicos se empiezan a descomponer producen metano, un gas de efecto invernadero cuyo impacto es 23 veces más contaminante que el dióxido de carbono”. En cambio, cuando se los separa y mantiene limpios, estos desechos son fáciles de manejar y no provocan contaminación, y pueden convertirse, incluso, en fuente de nutrientes.

“Reducir la generación de residuos es muy importante, ya que de esta manera ahorraremos recursos naturales, más millones de pesos en gastos para recolectarlos, transportarlos y tratarlos. Además se reduce la cantidad de basurales a cielo abierto, que produce malos olores y que contamina el agua y reproduce enfermedades”, explica Miguel Ángel Moro, presidente de la Asociación Civil Eco Raíces, una organización no gubernamental que desde hace más de doce años capacita a la sociedad para que los materiales generados en los hogares puedan ser recuperados y reciclados. A partir de lo que observa en su trabajo cotidiano entiende que “son principalmente los jóvenes quienes hoy están más conscientes de que nuestra única casa en común, el planeta Tierra, ha sido maltratada durante siglos y que la tenemos que cuidar, tanto por nosotros como para las generaciones futuras”.

 

Una tendencia que crece

Si bien son muchos los que comprenden la necesidad de reciclar, pocos aún son los que saben cómo hacerlo en sus casas. Sin embargo, el compostaje urbano es una tarea sencilla que se está expandiendo, porque, además de ser fuente de recursos, puede convertirse en una manera divertida de compartir y concientizar a los más chicos sobre el cuidado de la naturaleza. Se trata, ni más ni menos, que de utilizar los restos de comida para producir un abono natural, de transformar contaminación en tierra fértil, sin gastos extra ni mucho tiempo.

El compostaje a cielo abierto (sobre el pasto o en un pozo cavado en la tierra) es una práctica agropecuaria tradicional que puede adaptarse a un medio urbano si se siguen ciertos pasos. El manejo correcto de los elementos y la elección del recipiente para llevarlo adelante son el principio de un proceso limpio y sin trastornos”, explica Myriam Rego, quien junto a Marisa Montini es una de las creadoras de Basura Responsable®, un cesto de tela respirable y un accesorio para escurrir los restos de yerba mate o de frutas excedidas en líquido que busca reemplazar al tradicional tacho de basura de los hogares.

Hoy son varios los emprendedores que ofrecen la posibilidad de adquirir una compostera (el lugar donde se van a colocar los desechos) cuando el espacio es reducido. Pero además de consultar las opciones en el mercado, para quien se anima, hay instructivos en Internet que explican cómo armar una de modo casero con una caja de madera. Lo más importante es que tenga tapa y varios agujeros para permitir una buena ventilación, y colocarla es un sitio abierto pero techado, a recaudo del sol y de la lluvia.

 

Manos a la obra

Al momento de armar el compost, “uno de los factores a tener en cuenta es la reducción del tamaño de las partículas y el agregado de elementos secos, como hojas de las plantas, cartón o papel”, agrega Montini, y destaca la necesidad de intercalar capas de materiales orgánicos para conseguir un equilibrio óptimo. Se sugiere empezar por los secos y seguir con los húmedos, hasta completar la compostera. También se recomienda colocar aserrín en el fondo con el objetivo de que absorba el exceso de humedad; así se evita también la reproducción de insectos.

El compost no debe tener mal olor ni moscas. Hay que mezclarlo cada tres días para ayudar a que se compacte y se ventile. Debe mantenerse a una temperatura de 45°, que permita el proceso de descomposición, por lo que se sugiere revisar si necesita agua (si se lo nota seco) u hojas (si está muy húmedo). Luego, es la naturaleza la que sigue su curso, para ofrecer fertilizante natural en tan solo 60 o 90 días. Para saber si está listo, basta con tomar un puñado y observar si es de un color oscuro sin restos orgánicos, excepto los trozos de ramas. El compost puede ser, entonces, el primer paso para revisar hábitos diarios de compras, porque, como explican las creadoras de Basura Responsable®, “no hemos nacido con habilidades de sustentabilidad; debemos aprenderlas”, tanto como comprender que “la basura no es parte de la naturaleza, sino consecuencia de nuestro consumo”.

 

Los recursos naturales

Por medio de procesos lentos, que se desencadenan desde hace millones de años, la naturaleza puede proveer al ser humano de elementos (como el agua, los minerales y el petróleo) que funcionan como materia prima para satisfacer sus necesidades cotidianas. Pero lo cierto es que estos recursos son limitados y no renovables, y disminuyen a medida que se hace uso de ellos. Por eso, resulta fundamental tomar conciencia sobre la necesidad de preservarlos, por ejemplo, manteniendo limpios los océanos o comprando productos domésticos biodegradables, cuyos componentes se descomponen sin dañar la tierra. Otra manera de contribuir con la conservación del medio ambiente es haciendo un uso racional y equilibrado de los recursos, ya sea a nivel individual o mediante políticas ambientales.

 

seguí leyendo: ¿Cómo cuidarnos?