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Andrea Campbell

Fue modelo, conductora de radio y televisión, y actriz. Hace un par de años retomó su primer amor: la abogacía.

Andrea Campbell

Creo en ponerles dedicación y esfuerzo a las cosas

Fue modelo, conductora de radio y televisión, y actriz. Hace un par de años retomó su primer amor: la abogacía.

El día no le dio respiro a Andrea Campbell: a la mañana estuvo junto al equipo de Ángel de Brito en Canal 13; por la tarde, aún en feria judicial, tuvo jornada laboral en el estudio jurídico; mientras se desarrolla la sesión de fotos y la entrevista, su hijo mayor le envía mensajes al WhatsApp para decirle que tiene hambre y que, si ella no se apura, va a cenar solo. Atender varios frentes en simultáneo, por más difícil que luzca desde afuera, es algo que a ella se le da bien, y es lo que hace desde hace décadas, en un camino zigzagueante y lleno de variantes que recorrió siempre siguiendo sus instintos y sus ganas.

“Tengo una frase que se las digo a mis hijos y la uso para mí, y que he comprobado que se cumple: ‘si podés soñarlo, podés hacerlo’. He tenido muchos sueños en mi vida y los he podido concretar, gracias a Dios y a un gran esfuerzo y dedicación. Solamente en el diccionario la palabra ‘éxito’ viene antes que sacrificio. Siempre me dedico mucho a aquello que deseo y he tenido grandes satisfacciones”, afirma.

Mientras estudiaba abogacía, ya trabajaba como modelo. Ambos oficios, muy disímiles entre sí, constituían dos viejos anhelos suyos. A seis materias de recibirse, el modelaje le deparó una temporada de diez meses en Madrid, España, y ahí la abogada entró en una pausa larga para darle rienda suelta a la mujer de medios, que de modelo pasó a conductora de radio y televisión, y también fue actriz. Hoy, luego de un tiempo largo, regresó a principios de año para sumarse al panel de Los ángeles de la mañana, programa al que, una vez que retome plenamente el trabajo de abogada, regresará de vez en cuando.

¿Cómo te sentiste con esta vuelta a la tele?

Muy bien. Antes, cuando trabajaba más de lleno en tele y era mi principal profesión, cuidaba más mi imagen y lo que decía. No es que ahora no lo cuide, sino que ya no estoy buscando público ni clientela para que me mire. Por eso me siento más libre para decir lo que tengo ganas, ya que no dependo económicamente de la televisión ni de la radio. Actúo menos estratégicamente. Es mejor así, me encanta. Lo disfruto muchísimo, me estoy divirtiendo un montón.

Alguna vez dijiste que sos teleadicta…

Desde chiquita, sí. Miraba desde que empezaba la programación hasta que terminaba, me encantaba la tele. Ahora la tengo en general apagada, porque quiero un poco de silencio cuando llego a casa. En un momento de mi vida, llegaba a casa y prendía la tele, aunque no la mirara. Ahora no. Es que, si trabajás, estudiás y tenés hijos, es imposible que mires mucha tele.

¿No necesitás ver más tele para el programa?

No, me entero de todo ahí, con mis compañeras. Es algo que las mujeres enseguida enganchamos. Y los hombres también, porque son chusmas como nosotras. Me encantaría mirar más, pero no estoy en casa. Antes, cuando trabajaba en tele y era más famosa, no podía creer que hubiera gente que no mirara tele. Ahora lo entiendo. Viene mucha gente al programa de Ángel, chicas divinas que son recontrafamosas, y yo no conozco sus historias, me perdí lo que les pasó…

¿Cuándo decidiste volver a la abogacía?

Hace muy poco. Soy una abogada atípica, porque tengo mi parte de espíritu libre: fui actriz, conductora, modelo. Fui de todo, soy medio buscavidas. Todo eso fue divertido hasta que dejó de gustarme, me empezó a dar un poco de pudor y ya no quise más hacer de otra persona. Volví a agarrar temas jurídicos y a trabajar hace unos cuatro años, y terminé de recibirme hace un año y medio, cuando me dieron la matrícula. No me costó nada retomar el estudio. Soy muy perfeccionista y el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires me dio un premio a la excelencia académica. No me lo esperaba. Ahora doy clases en la UBA y en la UB, estoy totalmente dedicada a esto. Siempre supe, desde que entré a trabajar en estudios jurídicos, que quería ver cómo fusionar eso con lo mediático. Las dos cosas forman parte de mi historia, yo conozco muy bien los medios desde hace mucho y son experiencias que forman parte de mí, de mi patrimonio.

 

El recorrido de Andrea en los medios arrancó en las diferentes campañas publicitarias que protagonizó como modelo, y se prolongó a la tele cuando se sumó al staff de Robocopia, conducido por Raúl Becerra y Raúl Portal. Ahí recibió el apodo de “Chispita”, del que se hizo y se hace cargo absolutamente, ya que define su efervescencia natural y su inquietud permanente. Como actriz, Andrea fue parte de Mi cuñado, Buenos vecinos, Campeones de la vida, Gasoleros y Champs 12, entre otras ficciones. Y durante años estuvo al frente de un programa de radio, adonde ingresó gracias al aval de su amigo Juan Alberto Badía.

Una vez desarrollada su carrera profesional, sintió que había llegado el momento de cumplir otro de sus sueños: la maternidad. Desde chica tuvo el deseo de tener hijos, aunque eso no significara apurar el momento ni resignar su propia realización. Ya casada con Pablo Novak, fue madre por duplicado: Marcos (15 años) y Esmeralda (11).

“Fui madre después de los treinta, y creo mucho en la planificación familiar, en que una tiene que prestarle atención al elegir al papá de sus hijos. No podés elegir a cualquiera como padre o madre de tus hijos. Pablo es un excelente papá, muy presente, y fue una gran elección la que hice. Eso tiene que ver con ser buena madre, para mí. Igual, tengo claro que las cosas en la vida no salen siempre como uno piensa, y estoy segura de que muchas mujeres eligen a conciencia y pensando que alguien va a ser un buen papá o una buena mamá y después no se logra”.

 ¿Qué tipo de madre sos?

Creo que soy buena madre, aunque en realidad habría que preguntárselo a mis hijos. Tengo una gran entrega, y creo que todo lo que se hace con dedicación es para destacar. Creo en ponerles dedicación y esfuerzo a las cosas, y desearlas. Tiene que ver todo con el deseo. Mis hijos fueron muy deseados los dos. Me ocupo mucho de ellos, a mi manera. Las mamás que hacemos muchas cosas y trabajamos no tenemos todo el tiempo que tenía, por ejemplo, mi abuela. Me acuerdo que ella era una gran cocinera y se dedicaba de lleno a su familia. Las mujeres hemos ido cambiando con una vorágine tremenda, y vivimos muchos cambios de cien años atrás a esta parte como género. Antes, muchas mujeres dependían enteramente del hombre, ahora hay muchos hombres que dependen enteramente de las mujeres. No siento que eso sea una ganancia o un triunfo, porque creo en la coparticipación en lo que a una familia respecta. Creo que soy una buena madre porque estoy atenta, pero puede que se me haya escapado la tortuga y no me di cuenta…

¿Ahí aparece la culpa?

Culpa y maternidad vienen juntos. Todas las mujeres que son madres me van a entender. Y los padres también, porque yo creo que no existe el instinto materno. Durante muchos años creí que existía y después me di cuenta de que en realidad no. Hice un relevamiento, trabajando en derecho de familia y vi muchas cosas que hicieron que me diera cuenta. Hay hombres que tienen un gran deseo de cuidar a sus hijos, y mujeres que no tienen instinto materno. El deseo de tener hijos y cuidarlos varía de acuerdo con la persona y no tiene que ver con el género.

La adolescencia, que es la etapa en la que están tus hijos, es todo un desafío…

Todas las edades lo son. Cuando son más chiquitos son muy demandantes. Ahora soy una especie de remís para ellos: voy y vengo todo el tiempo, cuando puedo. Un día, el mayor me tuvo de un lado para el otro, yo me fastidié y me dijo: “Si es lo que hacen las madres…”. Ellos están en proceso de cambio, dejan de ser niños para convertirse en pequeños adultos y tener otro tipo de responsabilidades y cuerpos. Es toda una revolución, y es difícil. A veces los comprendo y a veces no.

¿Qué respuesta tuviste en casa ahora que volviste a la tele?

Ni me dan pelota. En una época, mis hijos creo que pensaban que todo el mundo trabajaba en la tele: el padre hacía tele, yo hacía tele, el abuelo es famoso (N. de la R.: es el cantante Chico Novarro) y todos nuestros amigos hacían tele. Están habituados a la gente de la tele. Están más habituados a ver gente de la tele que abogados. Ahora no me dan bola, no me miran. Mi hija mira Instagram para ver qué me puse y me hace devoluciones de si le gustó o no mi ropa.

Así como alguna vez la abogacía quedó en pausa para crecer en los medios, ¿ahora se da la situación inversa?

Sí, porque el derecho me da estabilidad. Cuando uno tiene una familia, tiene que tener estabilidad económica. Y, la verdad, es otra pasión que tengo, por la que luché mucho. Estoy feliz haciendo esto. Lo otro me divierte, es como el canto de las sirenas. Es muy seductora la tele. Lo otro me da una tranquilidad distinta y hoy lo elijo, es mi prioridad.

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