En armonía

Decidir qué hacer y con quién pasar Navidad y Año Nuevo puede representar un conflicto familiar.

Muchas formas de festejar

Decidir qué hacer y con quién pasar Navidad y Año Nuevo puede representar un conflicto familiar.

A veces, hay una sensación de tener que cumplir con las expectativas que se imponen, sabiendo que siempre va a haber alguien que se ofenda con la decisión que se tome. Por eso, hay quienes hoy rescatan el concepto original de estas fechas, así como los valores de amor y unión que se proponen. “Muchas veces, las fiestas tienen más que ver con una cuestión consumista que religiosa. Se termina transformando en una obligación algo que parte de una creencia. Hoy se celebra el año nuevo porque termina un ciclo y comienza otro, pero no se sabe bien el origen”, analiza Ezequiel Achilli, médico psicoanalista y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, quien reconoce que son fechas en las que aumentan las consultas, tanto en el consultorio como en las guardias médicas.

Una Navidad para todos

Sin dudas, más allá de las creencias personales, la gente busca compartir y sentirse parte de algo. Por eso, quienes no son cristianos aceptan invitaciones para pasar junto con otros la Navidad u organizan sus propias comidas, con el objetivo de brindar. También lo que comenzó a instalarse en estas fechas en algunas casas, es el juego del Amigo invisible, ya sea con parientes o amistades. Además de evitar el estrés y el costo que implica comprar regalos para todos, es una opción divertida y distinta para que todos tengan un presente, así como la tarea de ir encontrando los regalos que deja “Papá Noel” con diversas pistas, que pone a todos en ritmo lúdico y divertido.

Aunque, como explica el médico psicoanalista, “las fiestas activan muchos tipos de ansiedades, sobre todo cuando chocamos con los ideales de una familia unida, y si hay conflictos familiares la angustia se agudiza”, es importante que la intención primaria de reunirse no se pierda en la larga lista de obligaciones que los encuentros traen aparejadas. Por el contrario, pueden ser la excusa para preparar ese plato que tan bien nos sale y que todos disfrutan, para comprarnos el vestido que miramos todos los días desde la vidriera, o de ir a la peluquería para hacernos el cambio de look que venimos posponiendo.

 

Celebración sin obligaciones

Volver a encontrarse con el disfrute. De eso se trata. Por eso, si bien hay rituales que se imponen, siempre existe la posibilidad de cuestionarlos. ¿Y por qué está mal visto elegir cómo transitar ese momento? “Lo fundamental es poder tomar contacto con el deseo y, en la medida de lo posible, llevarlo adelante”, indica Achilli, y observa que con esta apertura y ánimo de renovación, el año nuevo se vive un poco mejor que antes.

Es así como, de un tiempo a esta parte y cada vez con más fuerza, se empiezan a ver modos no tradicionales de festejar. Las cenas con amigos están en el primer puesto entre los elegidos, ya que permiten divertirse sin restricciones o liberar a otros de un compromiso que nadie tiene, en definitiva, ganas de cumplir. Como Esther, quien desde hace tres años les da vía libre a sus hijos para que hagan lo que tengan ganas: “Un día decidimos –relata− con mis amigas pasarlo entre nosotras cuatro y lo comunicamos a nuestras familias. Al principio no lo comprendían, pero hoy a todos nos resulta cómodo y ahora nos juntamos cuando nos viene bien y no cuando una fecha lo impone”.

Algunos viajeros, sabiendo que pueden conseguir tarifas un poco más bajas, optan por pasarlo arriba del avión, donde es infaltable el brindis entre compañeros de vuelo. Cada país suele tener, además, su tradición. En Brasil, por ejemplo, se acostumbra a vestirse de blanco y acercarse a la orilla del mar para dejar ofrendas florarles.

Lo cierto es que en una cultura que permanentemente impone la necesidad de alcanzar cosas, hay una imagen idealizada de la familia unida que se pone en juego en estas fechas. Sin embargo, son muchas las maneras de ahuyentar ese fantasma inalcanzable y la frustración que esto genera. Betina Suárez, creadora del blog “Mujer, madre y emprendedora”, entiende que “el modo en el que definimos en dónde pasamos las fiestas influye directamente en qué tan bien la vamos a pasar durante estas”. Por eso, en el caso de tener que acordar con una pareja, recomienda decidirlo con tiempo y no dar nada por sentado. Otro punto a tener en cuenta, señala Achilli, es comunicar lo que se decide hacer, aunque aclara que esto no implica la comprensión de la otra parte. Quizás, entonces, el mejor autorregalo para las fiestas es transitarlas sin presiones y elegir rodearse de situaciones, momentos y personas positivas.

Los rituales familiares

Si bien cada familia puede elegir cómo pasar las fiestas, así como los valores que deciden transmitir, lo cierto es los más chicos viven estos momentos como instancias de cercanía y pertenencia, que quedan almacenadas en su memoria. Por otro lado, las reuniones también activan en ellos sus habilidades sociales ante la posibilidad de conectarse con diferentes parientes de edades variadas.

 

¿Cómo evitar conflictos?

No siempre en las reuniones familiares reina la armonía. De hecho, suelen surgir en la mesa roces y discusiones que logran empañar el momento compartido. Para no llegar a ese punto, lo que se aconseja es anticiparse internamente respecto de lo que es posible vivir esa noche, asumiendo si existen problemas con alguna persona en particular. También es recomendable evitar tocar temas que se saben complicados de antemano o que puedan resultar polémicos. Además de prepararse mentalmente, se requerirá de una buena dosis de tolerancia. Hay que dejar a un lado el ego o el enojo y, sobre todo, tener un espíritu de empatía respecto de los momentos complicados que puedan estar atravesando otros.

 

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