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Martha Sfriso

Martha Sfriso ideó la Orquesta Escuela San Isidro, destinada a más de 300 niños y jóvenes, para promover su inserción social a través de la música.

Martha Sfriso

Música que salva

Martha Sfriso ideó la Orquesta Escuela San Isidro, destinada a más de 300 niños y jóvenes, para promover su inserción social a través de la música.

Pasó gran parte de su vida gestando proyectos relacionados con la niñez y la música, el lenguaje más universal de todos, el arte que reúne, iguala, serena. Martha Sfriso –algo así como una supermujer activa, abuela, madrina, motor de ideas‒ fue confirmando que, cuando hacen música, los niños reafirman su autoconfianza y mejoran la vida y el espíritu de todos gracias a composiciones, sinfonías y conciertos.

El proyecto se gestó mientras Martha se desempeñaba en un conservatorio de la localidad de Martínez. “Durante 40 años fui presidenta de la cooperadora del Conservatorio Juan José Castro. En 2005 empecé a dar clases de apoyo en la Casa del Joven del Bajo Boulogne. ¡Los chicos nos daban mucho trabajo! Entonces, pensando en los músicos que había conocido y en una experiencia venezolana que combina música y contención social, se me ocurrió armar una orquesta con ellos. Fue así que nos incorporaron al programa provincial de Orquestas Escuela y arrancamos con 25 chicos. Cuando empezaron a estudiar música, mejoraron en el colegio”, cuenta Martha, y sus grandes ojos verdes se llenan de emoción.

Esta orquesta es muy peculiar: la inscripción está abierta en cualquier momento del año, para chicos y jóvenes de 4 a 25 años, y no hace falta saber música previamente ni tener instrumento propio. El contacto con los instrumentos es el paso previo al aprendizaje de la lectura musical; y a partir de los 8 años, los niños pueden llevarse a su casa algunos de ellos, para poder seguir practicando.

Incluso los más chiquitos son capaces de componer canciones durante sus clases de lenguaje musical. En esto, el profesor juega un rol clave: “Primero hay que comprender al chico, porque los lazos de confianza y afecto hacen posibles los aprendizajes –describe Martha‒. Uno recibe al chico con la conciencia de que él también te enseña. No podés llegar a él si él mismo no te deja, y en eso radica la sensibilidad del docente”.

Martha y su equipo de profesores entienden que la música es una puerta segura para contener socialmente las realidades difíciles de algunas familias. “Además de tocar un instrumento –relata‒, los chicos aprenden a vivir en comunidad y mejoran en lo actitudinal: adquieren mayor sentido de responsabilidad, compañerismo, solidaridad y compromiso. Una orquesta funciona como una máquina con muchas tuerquitas, todas son importantes”.

En todo este proceso de descubrimiento, los profesores son clave: “Ellos son buenos intérpretes, mejores docentes y aún mejores personas. Se preocupan de que el niño aprenda, pero primero piensan cómo llegar a él sin presión, sin que viva una experiencia musical que lo pueda frustrar. Estoy muy contenta con los veinticuatro docentes. Este año incorporé música de cámara para los alumnos más avanzados. El instrumento brinda una posible salida laboral y una puerta a la universidad ‒cuenta‒. Varios de nuestros docentes estudiaron en nuestra orquesta escuela. Ellos son multiplicadores porque han mamado nuestra filosofía”.

Cuando los jóvenes toman en sus manos algún instrumento desconocido, se sienten tímidos primero, pero enseguida se van soltando y pueden elegir, según su edad, entre las maderas (flauta, oboe, clarinete y fagot); los metales (trompeta, corno y trombón); las cuerdas (violín, viola, violoncelo y contrabajo); o la percusión (batería, glockenspiel y tambores).

CALIDAD Y SOLIDARIDAD

En la escuela funcionan la preorquesta, la orquesta inicial, la orquesta infanto-juvenil y la orquesta juvenil. Martha cuenta con orgullo: “Por ejemplo, en 2013, junto con Ramiro Soto Monllor ‒director de orquesta‒, nos focalizamos en subir el nivel de la orquesta infanto-juvenil y logramos que los chicos leyeran partituras originales, como la Sinfonía N° 25 de Mozart. Además, la Sinfónica Juvenil de San Isidro ya tiene chicos que se formaron acá”.

El proyecto forma parte de un programa provincial de orquestas escuela; el municipio de San Isidro hace un aporte para traslados y otorga becas. Los chicos que pueden, contribuyen económicamente, y con eso se compra la merienda para compartir entre todos. Aquí nadie se queda afuera, hasta algunos padres se entusiasmaron y armaron su propia orquesta.

Doce años de la Orquesta Escuela San Isidro fueron transformadores. “Verlos realizarse es una gran satisfacción. Son como una obra maestra. Descubrimos que hay otra forma de enseñar a hacer música; es una oportunidad para que los chicos quieran lo que hacen y se sientan parte”, describe Martha, que ya tiene unos cuantos proyectos para deleitarnos en el futuro. ¡Gracias por su música, maestra!

 

CÓMO AYUDAR

Con instrumentos musicales, cuerdas, accesorios o apadrinando a alumnos y profesores. Bernardo de Irigoyen 2100, Boulogne. Tel. 4799-6233 / 1535700585. Email: marbea35@yahoo.com.ar

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