Estar bien

Enfrentarse a lo incierto genera un desafío, pero tiene la recompensa, a veces, de brindarnos nuevas posibilidades.

Salir de la zona de confort

Enfrentarse a lo incierto genera un desafío, pero tiene la recompensa, a veces, de brindarnos nuevas posibilidades.

Para muchas personas, los cambios son impensados. Aunque no sean felices en el lugar en que se encuentran, jamás moverían una pieza del tablero de sus vidas por miedo a equivocarse. No importa si les agrada o no el presente. Es lo conocido, lo que no causa esfuerzo, aquello a lo que aprendieron a resignarse, lo que les asegura la tranquilidad de vivir en piloto automático. Mecánicamente, piden siempre el mismo gusto de helado, asisten a los mismos eventos, escuchan la misma música y se jubilan después de haber trabajado toda su vida en un mismo lugar. Mientras que, para otros, esa adrenalina del “no saber lo que viene” es lo que los mantiene activos.

Nuestra zona de confort nos da abrigo y nos hace sentir seguros, pero eso mismo que nos protege también puede causarnos daño. Acomodarse, a veces, significa estancarse, no buscar nuevos estímulos, nuevos retos. Por eso es importante olvidarse del miedo a lo desconocido y salir de ese lugar para buscar nuevas emociones y aprendizajes. Sería bueno preguntarnos: “¿alguna vez me quedé con ganas de hacer otra cosa o de probar alternativas, de innovar?”. Esa respuesta sincera es el mejor termómetro personal.

“Cuando estamos en zona de confort repetimos ciertas prácticas, conductas, hábitos?; salir de ahí implica buscar nuevas oportunidades, lugares, contextos. Si asumimos riesgos, aparece la chance de aprender. Hay que entender una teoría que se llama ‘la paradoja del éxito’: cuando a la gente le va bien no cambia, y alega ‘¿por qué debería cambiar si me está yendo bien?’, pero si se cometen errores y no se cambia nunca, seguiremos repitiendo también esos errores. Este aprendizaje puede llevarnos a entender que salir de la zona de confort y asumir riesgos es la forma de crecer, innovar, aprender y hacer las cosas distintas”, asegura Alejandro Melamed, consultor de Recursos Humanos y autor de ¿Por qué no? Cómo conseguir tu mejor trabajo. Lanzarse a la aventura parece tentador, pero hay que decidir si estamos dispuestos a intentarlo, con todos sus pros y sus contras.

¿Vale la pena?

“Todo lo que queremos está más allá del miedo”, asegura Daniel Colombo, motivador y máster coach internacional, autor de 21 libros. “En el momento exacto en que te dirigís desde tu zona de confort al límite con tu expansión, aparece el miedo. Si decidís avanzar, hay algo grandioso esperándote: nuevas experiencias, relaciones, personas que enriquecerán tu vida, y el sentido de logro. La noticia no tan buena es que, una vez que incorporás lo nuevo en tu vida, eso mismo extiende tu zona de confort, pasa a ser parte de lo cotidiano y ahí debes volver a empezar”, explica el especialista, que también se refiere a las recompensas que da animarse a moverse pasando nuestros propios límites y condicionamientos internos: fortalecerse y liderar nuestra vida; descubrir aspectos nuevos en nosotros mismos y en los demás; sentir el “yo puedo” en primera persona; dejar de criticar a los otros, porque estaremos enfocados en nuestros logros y objetivos; inspirar al resto; incorporar rápidamente conocimientos y experiencias; aprender a tomar riesgos calculados; mejorar la autoestima; disminuir el estrés; no depender de la opinión de otros y especialmente, sentirnos motivados en todo momento. “Una vez que te entrenás lo suficiente en moverte de la zona cómoda, pasando por la de aprendizaje y hasta la de valentía, llegás a una zona óptima, donde tu vida empieza a sonar como una orquesta muy bien afinada. Con altibajos, como suele suceder, aunque sin trabas que te impidan conquistar todo lo que te propongas”, alienta Colombo. Él mismo tuvo que reinventarse hace algunos años: tenía una consultora de prensa muy exitosa hasta que en 2012 pasó un mes en coma por una falla en sus riñones. Ese episodio lo llevó a hacer un gran cambio en su vida, se reinventó, capitalizó toda su experiencia, la reformuló y comenzó a escribir libros, a dar conferencias, y se convirtió en un facilitador en procesos de cambio.

 

Plan de acción

Trazar un plan, tener un norte, siempre es bueno y clarifica el horizonte. No es cuestión de renunciar mañana al trabajo, sino que se puede empezar por cambiar cosas pequeñas que nos molestan sin alterar por completo nuestra rutina. Poder sumergirnos en nuestros deseos: dónde queremos estar, qué nos gustaría hacer, cómo nos visualizamos en escenarios potenciales, en otras experiencias. La licenciada María Gabriela Fernández Ortega, del Instituto Sincronía, recomienda comenzar buscando un anotador y una lapicera: “Sugiero hacer una lista de las cosas que deberíamos hacer para salir del área de confort y llegar al punto deseado. Programarlo, prepararlo, visualizarlo. Estudiar los posibles inconvenientes y pensar las alternativas de solución. Poder reírse de uno mismo en este camino (ojo, reírse, no burlarse). Detenerse a mirar los triunfos, pequeños o no, darles un lugar, un espacio. Festejarlos. No perder de vista que el camino es un proceso y que esto implicará que habrá oportunidades donde nos enfrentaremos a cosas ante las cuales tendremos miedo, y algunas veces, nos costará cumplir nuestro objetivo”. La queja no construye ni modifica las situaciones que nos hacen mal. Nunca encontraremos el momento ideal; en cambio, sí hallaremos excusas para no movernos de donde estamos, por lo que si se quiere dar un gran paso es necesario tomar la decisión y saltar a lo nuevo.

 

¿Y si nos obligan a movernos? 

Separación, despido, mudanza o el diagnóstico de una enfermedad son torbellinos que nos intiman a preguntarnos: “¿y ahora, qué?”. Animarse, dar el salto y poner el cuerpo. “Van a surgir escollos, pero hay que reconocerlos, entender y aprender. Es un aprendizaje constante y permanente, y lo importante no es que aparezcan o no dificultades, sino cómo las vamos superando, asumirlas y comprender que el proceso “también es parte del resultado” , aconseja Melamed.

5 pasos para arrancar

Daniel Colombo nos guía en este recorrido:

1- Definir la meta. Escribirla y detallar cómo avanza.

2- Dar un paso a la vez.

3- Insistir. La mayoría abandona al segundo fracaso; quienes tienen éxito hoy han fracasado cientos de veces.

4- La actitud interna es fundamental y determina la probabilidad de éxito.

5- Moverse y salir de la zona de confort es incómodo: solo lo logran los que tienen su meta tan clara y enfocada, que nada los detendrá.

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