En armonía

Enamorarse en la adultez

Cada vez son más las mujeres adultas que, cuando conocen a alguien, se cuestionan si ir a vivir juntos.

Enamorarse en la adultez

¿Vivir juntos o cada uno en su casa?

Cada vez son más las mujeres adultas que, cuando conocen a alguien, se cuestionan si ir a vivir juntos.

De repente, la vida nos da sorpresas. Y cuando pensábamos que teníamos la vida más o menos organizada, nos cruzamos con nuestro primer novio o con un vecino al que hacía décadas no veíamos y empezamos a sentir mariposas en el estómago. Hacía años que no nos pasaba. Pero ahí estamos, unas semanas después: empezando una relación, otra vez. Al principio son encuentros cortos; después se van alargando, hasta que a medida que la pareja se va estableciendo cada vez más, es inevitable que uno de los dos arroje la pregunta: ¿y si nos mudamos juntos?

No hay una única respuesta a este interrogante. No solo porque dependerá de la historia de cada uno, sino porque también entran en juego muchos factores. De hecho, es muy diferente una relación de noviazgo en la juventud que en la edad adulta.

Básicamente, se diferencian en el tipo de necesidades y de deseos que se buscan satisfacer. En las personas jóvenes hay cuestiones de afirmación de la propia personalidad, deseos o necesidades de formar una familia; también hay tendencia al enamoramiento y la idealización”, describió el doctor Eduardo Drucaroff, médico psicoanalista especialista en temas de parejas y familia.

Otra diferencia entre el amor en la adultez y el amor en la juventud es la relación de cada uno con su familia. “Las parejas adultas que empiezan una relación ya no tienen la necesidad de diferenciarse de la familia original, ya sea emulándola o haciendo todo lo contrario. De jóvenes, la familia de origen está muy presente, tanto física como internamente”, comentó el profesional.

Con el paso del tiempo, estas necesidades van cambiando. “Muchas parejas adultas o segundos matrimonios quizá ya cumplieron la etapa de formar una familia propia y tener hijos, ya los criaron, y ahora tienen otras expectativas. Por lo tanto, es mucho más probable una situación en la que cada uno conserve su individualidad y se junten para compartir las cosas que les interesa compartir. Esto no quiere decir que vivir cada uno en su casa sea mejor o peor, simplemente es algo que se da y que es respetable si ambos están conformes con la decisión que hayan tomado”, agregó Drucaroff.

 

Convivir versus cohabitar

Así como muchas mujeres prefieren hablar de “pareja” o “compañero” en lugar de “novio”, también están las que optan por referirse a “cohabitar” en lugar de “convivir”. La diferencia está en vivir bajo el mismo techo o solamente algunos días, y no siempre en la misma casa: a veces donde vive uno, a veces donde vive el otro.

Cohabitar es una nueva modalidad de situarse frente al amor. Es una relación de pareja que se sostiene en las ganas de estar juntos. De esta manera, se crea un hábito común, en el que el tiempo compartido es una novedad que no empuja a la sensación de estar invadidos. El respeto pasa por no sentirse ni dueño ni huésped, ya que, al haber una relación sentimental, los dos son parte de ese nuevo lugar, ese nido de amor”, especificó la licenciada Esther Any Krieger, miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora del libro Sexo a la carta, de Editorial Lumen.

A pesar de que los prejuicios o las críticas relativas a la falta de compromiso de las parejas de la actualidad nunca faltan, esta modalidad es cada vez más frecuente en mujeres que están acostumbradas a tener una vida independiente y quieren preservar los dos espacios: el propio y el de la pareja. Según la licenciada Krieger, una pareja que toma la decisión de vivir en casas separadas no necesariamente tiene una falta de compromiso: “No creo que se trate de una evitación, sino que pienso que es una nueva modalidad de situarse frente al amor. Más que evitar peleas, recrea un estado de distancia que renueva el pacto día a día. De hecho, considero que hay que desterrar la idea de falta de compromiso para pasar al concepto de elección del uno por el otro por la vía del deseo”.

 

Reglas de juego

Es probable que las mujeres que convivieron alguna vez con su esposo o pareja se pregunten cómo funciona esta nueva modalidad de “puertas afuera” o “cohabitar”. Según los psicólogos, no hay reglas establecidas que sean muy diferentes a las de la convivencia. Sin embargo, para la psicóloga Esther Krieger, hay algunas recomendaciones que pueden ayudar a sentirse cada vez más cómoda en este nuevo modelo:

♦ Pensar que no se pierde la individualidad, sino que se gana un compañero, un compinche.

♦ Asegurarse de que se trata de una elección y no de una obligación.

♦ No extender el tiempo de estar juntos.

♦ Preguntarse si aparece la sensación de agobio.

♦ Tener en claro que no tener vocación “marital” no es lo mismo que tener dificultades con amar o ser amado.

 

Mi abuela tiene novio

Nicolás tiene cinco años. Hace poco sorprendió a su maestra cuando le contó que su abuela Betty estaba de novia. Ella había quedado viuda hacía siete años y, aunque estaba segura de que jamás volvería a enamorarse, ya lleva seis meses compartiendo su vida con Rodolfo, un compañero del curso de la memoria al que concurre cada martes en un club de su barrio. Como algunos días cuida a Nicolás, Betty se muda los fines de semana al departamento de su novio, pero durante la semana prefiere estar en su casa. Incluso, algunos días él se queda en la casa de ella, pero no siempre.

En este momento de la vida, el aislamiento es un riesgo real, y teniendo en cuenta esto, un compañero o compañera puede llegar a cobrar una relevancia particular. Ahora bien, esto no quiere decir que necesariamente haya que convivir. Muchas personas no tienen ganas de volver a probar una convivencia, que suele ser necesaria a la hora de construir una familia y puede ser imprescindible en otra etapa de la vida y no tanto a los 60, por ejemplo”, expresó el licenciado en Psicología Sebastián Girona, especialista en parejas.

Y aunque los hijos ya no vivan bajo el mismo techo, es un tema que hay que tener en cuenta antes de tomar cualquier decisión: “La relación con la familia política puede presentar conflictos en cualquier momento de la vida; el rol que ocupan los padres en una pareja de 30 lo ocuparán los hijos de cada uno en una pareja adulta. Habrá que establecer cuáles serán los límites y el lugar que se le dé a cada familiar para que no existan conflictos importantes”, señaló Girona.

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